RESEÑA “EL GRAN TEATRO DEL MUNDO” DE CALDERÓN DE LA BARCA
Finalizando la celebración que nos propusimos en esta semana que inició el lunes 27 con el día mundial del teatro, hemos querido hacer la reseña de una obra escrita hace algunos años atrás, incluso podríamos decir que hace algunos siglos atrás. “El gran teatro del mundo” es un auto sacramental escrito por Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de Enero de 1600- Ibídem, 25 de Mayo de 1681) publicada por primeras vez en 1655 y escrita probablemente en la década de 1630. Es un texto perteneciente a lo que se conoció como el siglo de oro español, escrito en verso como era la costumbre de la época. La obra se desarrolla en un solo acto, conteniendo un total de 1572 versos y consumiendo unas 25 páginas. Tiene un total de 11 personajes con predominio masculino.
La historia que nos cuenta esta obra es bastante simple, pero al mismo tiempo compleja. Al inicio encontramos al Autor, que podemos interpretar como Dios, quien llama al mundo (personaje alegórico) como un gran escenario, para que preste sus espacios para unos personajes que representaran sus vidas. Estas dos primeras apariciones están cargadas de una bella poética que describe las intenciones del autor a la hora de dar cabida a los humanos en el mundo y de la historia religiosa de la humanidad, donde hablan del Edén, el diluvio y la vida y muerte de Jesús. Luego de la presentación de estos primeros personajes, el Autor llama a los mortales para entregar los papeles que a cada uno le tocará representar en el gran teatro del mundo. Rey, Rico, Hermosura, Discreción, Labrador y Pobre son los personajes y todos los mortales quedan felices con los papeles que les ha tocado representar, menos el Labrador y el pobre quienes critican al Autor, pues al Labrador le tocará trabajar para poder comer y al Pobre pasar penurias en el mundo por su condición social.
Antes de iniciar la representación los mortales deben recibir del mundo los elementos que les permitirán personificar correctamente a sus personajes. Así cada uno antes de nacer recibe de manos del mundo sus atuendos y elementos. Al iniciar la puesta la Hermosura y la Discreción se separan, el Rico se idolatra, el Pobre se lamenta y el Labrador se queja por tener que trabajar para poder comer. El Pobre en un momento comienza a pedir limosna a cada uno de los otros personajes, pero solo la discreción le da religión, que se plantea, dentro del auto sacramental, como el pan del alma. Al ver la actitud de los personajes con el mendigo, el autor hace una intervención rápida en la que habla del libre albedrío y de como el hombre debe aprender a usarlo. Mas adelante, hacia el verso 625:
(Con música se abren a un tiempo dos globos: en el uno estará un trono de gloria, y en él el Autor; en el otro ha de haber representación con dos puertas: en la una pintada una cuna y en la otra un ataúd)
En ese espacio descrito por Calderon, los personajes comienzan a entrar uno a uno por la puerta del ataúd lamentando tener que abandonar el mundo y sus pertenencias, menos el mendigo que por el contario se alegra de morir, pues dejará el sufrimiento que le ha tocado vivir. Al igual que al comienzo de la obra, el mundo espera a cada personaje a la salida, pero en esta oportunidad para reclamar las pertenencias que les dio para la escenificación. El rico y el rey se quejan por tener que entregar lo que creen su patrimonio, pero el mundo les aclara que todo lo que les fue dado, fue solo a modo de préstamo mientras durara su representación en el mundo y que una vez terminada, todo debía ser devuelto. A la Hermosura el mundo le reclama lo otorgado, pero esta declara que con la muerte la belleza se ha perdido y que nada tiene para devolver; el labrador se niega a devolver su arado, sediendo al final su entrega, mientras el mendigo sin nada que entregar, pues nada le fue dado al comenzar la obra, sale sin dificultad. En el caso de la Discreción, el mundo le deja lo único que tiene, que son las buenas acciones he intenciones que mostró durante su paso por el teatro del mundo. Cuando ya todos son iguales despojados de sus investiduras, el Rey, la Belleza y el Rico piden las mimas adulaciones que antes el labrador y el mendigo tenían para con ellos, pero estos se defienden alegando que eso fue durante su estadía en el mundo y que ahora que están en otro plano, todos son iguales y el único importante es el Autor.
Finalmente el Autor los llama a todos ante su presencia para premiar a los que tuvieron una actitud positiva y para castigar a quienes se portaron de modo incorrecto en la representación de la vida.
Debemos admitir que para lectores contemporáneos que no estamos acostumbrados a leer en verso, es un poco complicado entender los diálogos. En un primer momento se pierde la información hasta que el lector va acostumbrando su cerebro a la nueva manera de escritura. Igual sucede durante una representación de una obra escrita en este estilo, el espectador perderá los primeros minutos de información tratando de adaptar el oído a ese modo distinto de hablar. Por otro lado el libreto está acompañado de una gran cantidad de términos, comunes quizás en la década de 1630, pero en la actualidad difíciles de entender, por lo que un diccionario será un buen aliado a la hora de enfrentar esta lectura.
El gran teatro del mundo es una obra aleccionadora y reflexiva sobre la manera en que los humanos debemos comportarnos el poco tiempo que estamos en este mundo, destacando que hay un autor superior que todo lo está observado para luego celebrar o castigar lo que fuimos. Podemos decir además que es una obra que utiliza el Metateatro (Teatro dentro del teatro), como otras que hemos reseñado antes, planteando la vida del hombre como simplemente una representación, que las responsabilidades y el desempeño que tengamos en este mundo es solo una pues en escena, pero que al salir, seremos almas sin cargos, posiciones o poder. Solo seremos actores sin personaje que nos llevaremos solamente los recuerdos de lo vivido. Es un texto difícil por su técnica de escritura, pero hermoso tanto en poesía como en su historia. Recomendado.
P.D: Nos vemos la próxima semana.
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