RESEÑA "ENRIQUE VI" (PARTE I) DE WILLIAM SHAKESPEARE



Hablar de William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, c. 26 de abril de 1564, 23 de abril de 1616) es hablar de un hombre que con sus textos aun cautiva y sorprende los corazones de quienes tenemos el placer de leerlo o el oído de quienes escuchan sus palabras expresadas en los personajes que creó y que aún siguen vivos en el imaginario colectivo. Hamblet, Otelo o Romeo y Julieta son quizás los personajes más recordados de una amplia variedad que vivieron sus aventuras dentro de sus dramas históricos, tragedias o comedias. Un autor prolífico que volvió temas simples en universales y además logró superar su tiempo. Los personajes antes nombrados, como ya dijimos, son quizás los más recordados, pero para ser nuestra primera reseña de este autor, quisimos respetar un poco la cronología en la escritura de sus obras y es por esto que hemos elegido Enrique VI (Parte I) para iniciar, pues se considera, según los que saben del tema, que esta fue, si no la primera, al menos una de las primeras obras escritas por el autor.


Ahora bien, pasando a la obra, hablar de Enrique VI (Parte I) es hablar de un texto bastante extenso que en resumidas cuentas narra las circunstancias que rodearon la llegada de este monarca al poder y de su carácter y modos como gobernante de Inglaterra. Escrita probablemente entre 1589 o 1590, aunque hay estudiosos que piensan que el éxito de la segunda y tercera parte propició la escritura de esta primera entrega. La historia se desarrolla entre Inglaterra y Francia, en un total de 66 páginas y es un texto que contiene más de 35 personajes, siendo solo dos femeninos. Es importante aclarar que el Teatro Isabelino, en el que Shakespeare desarrollo su teatro, no permitía que las mujeres subieran en un escenario, por lo que los papeles femeninos eran hechos por hombres. El texto en su totalidad se divide en cinco actos con escenas internas en cada uno y la traducción leída es de Roberto Appratto.

La historia inicia con el funeral de Enrique V, quien uno reconoce como un magnifico rey gracias a los comentarios hechos por los personajes asistente a los actos fúnebres, pero al poco tiempo de estar en desarrollo esta primera escena llegan tres mensajeros, quienes informan que Francia se ha revelado en contra de Inglaterra y Carlos el Delfín se ha declarado Rey de Francia. La ciudad de Orleans aun está bajo el dominio Ingles y se encuentra sitiada por los franceses. En los intentos de tomar la ciudad los ingleses repelen al ejército francés, generando una gran molestia en Carlos el Delfín. El Bastardo de Orleans, uno de los ayudante de Carlos, trae ante el Delfín a una adivina llamada Juana Puncela, que popularmente se conoce en la actualidad como Juana de Arco, quien invita al futuro Rey de Francia a realizar una nueva incursión sobre las murallas de Orleans pues el cielo le ha dado el mensaje que ese es el momento de atacar. Dentro de la ciudad, desde lo alto de una torre, los ingleses vigilan al ejército galo, midiendo así cada movimiento para hacer lo correcto y repeler los ataques. Pero en un ataque estratégico hieren de muerte al Conde de Salibury, quien se había encargado de la defensa de la ciudad. Esta muerte trae como consecuencia la molestia de Lord Talbot, quien es un guerrero temido ampliamente por el ejército francés y admirado por las tropas inglesas. En estas condiciones los galos atacan Orleans y logran hacerse con la ciudad. Durante la refriega Talbot y Juana se enfrenta, pero no hay un vencedor pues ambos deben abandonar el combate. De esta manera los franceses celebran su victoria y al ver el apoyo dado por Juana durante esta batalla, Carlos reconoce y alaba los poderes de la adivina. Talbot por su parte no está dispuesto a aceptar esta pérdida y a la noche siguiente, en un rápido movimiento, ataca y se hace nuevamente con la ciudad de Orleans.


Mientras estas cosas ocurren en Francia, en Inglaterra también están aconteciendo sucesos de importancia para la trama de la historia. Al inicio del segundo acto nos encontramos con una escena que describe el inicio de lo que se conoce en la historia inglesa como la “Guerra de las dos rosas” (Guerra civil inglesa). Ricardo Plantagenet, futuro duque de York, coge una rosa blanca e invita a sus partidarios a hacer lo mismo. Juan Beaufort, conde (después duque) de Somerset le imita, con una rosa roja, desde entonces símbolo de la casa de Lancaster, como la blanca de la de York. Esta riña tendrá grandes consecuencias en el desenlace de esta historia. Es tal el odio de estos hombres entre ellos que el Rey debe intervenir para que estos hombres olviden sus querellas, obligándolos a darse la mano, acto donde el duque de York y el de Somerset de manera hipócrita hacen un pacto de paz que no piensan cumplir. Luego de esto el Rey parte a Francia para ver a Talbot, quien ha demostrado su valentía en los eventos reciente en el país galo.


Nuevamente en Francia, en un nuevo movimiento planificado por Juana de Arco, el ejército francés se hace con la ciudad de Ruán. Pero rápidamente Talbot contra ataca y vence nuevamente a Carlos y su ejército. Ya victorioso decide ir a Paris para ver al Rey, quien le concede el título de conde por sus servicios a la corona. Luego de recibir este título Talbot decide ir a Burdeos para conquistar nuevamente esta ciudad, pero Carlos el Delfín se encuentra en la ciudad y le tiende una emboscada al valiente guerrero. Ante esta situación el conde de York es invocado para que luche al lado de Talbot, pero este rechaza la idea por considerar que Somerset apoya a Talbot. De igual manera Somerset tampoco lo ayuda por creer que York está como ayudante de Talbot dejando solo al gran guerrero frente a los franceses. 

Como bien es catalogada esta obra, es un drama histórico basado en hechos reales de la historia de Inglaterra. Si algo se puede resaltar de este texto es la aparición de Juan de Arco, quien a pesar de ser vilipendiada por los ingleses dentro de la trama, el autor da su reconocimiento a un personaje tan particular de la historia universal. La obra a pesar de ser extensa tiene un dominio del suspenso que mantiene al lector adherido a las páginas, esperando que nueva cosa ocurrirá. Por último, pero no menos importante, la belleza de los diálogos y las metáforas alcanzadas por este autor, no dejaran de sorprendernos tras cada texto leído. Es una obra para ser leída con paciencia pero altamente recomendada.


P.D: Nos vemos la próxima semana.

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